Auxiliar de farmacia sede Antofagasta
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Dalia Briones.
Nací en Quinteros, pero me crie en Arica. Como mi papá trabajaba en la minería siempre nos movíamos por su trabajo. Mis 4 hermanos nacieron todos en distintas ciudades de Chile, yo soy la menor.
Pero fue en Arica donde estuvimos más estables y yo viví ahí hasta los 24 años. Mis recuerdos de allá son buenos, mucha playa, de recorrer sus calles, aunque vivimos momentos duros, sobre todo en mi infancia cuando mi papá no tenía mucha estabilidad en el trabajo.
En el colegio era la única mujer del curso. Como quería ser dibujante técnico, me metí a un colegio industrial donde se estudiaba “estructuras metálicas”. Ahí aprendí a soldar y cortar fierro e hice la práctica en una maestranza donde finalmente me contrataron. Tenía que hacer lo mismo que hacían los hombres, no había diferencias. Eso era bueno, pero un día me pregunté qué estaba haciendo ahí! Y renuncié.
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Dalia (abajo a la izquierda) junto a sus compañeros del colegio.
Con mi marido, Alberto, llevamos ya más de 30 años juntos. Nos pusimos a pololear cuando salí del colegio y a poco andar, por decisión de ambos, quisimos tener nuestro primer hijo. Yo tenía 22 años. Así nació Javier (29) y luego vino Carla (23).
No es que esté disconforme con mi vida. Pero ahora pienso que igual me faltó más apoyo o consejo de mis padres para haber estudiado algo, quizás las cosas podrían haber sido distintas.
Dos de mis hermanos murieron atropellados. Una muy desafortunada coincidencia… el primero cuando yo tenía 17 años y el otro, diez años después. Fue algo que nos afectó mucho, sobre todo a mi mamá, que poco a poco se fue “cayendo” y enfermando.
Cuando llegué a Antofagasta estuve mal. Tuvimos que mudarnos por temas laborales de mi marido y dejé a todos en Arica, no tenía ni familia ni amigos aquí. Fue muy fuerte el cambio para mí.
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Dalia junto a su familia: su marido Alberto y sus hijos Javier y Carla.
Entonces me dediqué a estudiar. Hice varios cursos, de distintas cosas, para ver qué me gustaba: primeros auxilios, cajero bancario y de auxiliar de farmacia, que duró un año. Y eso me gustó. Así que me puse a trabajar en farmacias. Primero en una cadena (SalcoBrand) y no era lo mío… luego en un almacén farmacéutico, donde sí aprendí mucho.
A la Liga llegué a través del diario, en 2007. Un día revisándolo vi un pequeño aviso donde solicitaban un auxiliar de farmacia para una “institución de beneficencia”. Igual yo sabía de epilepsia, porque uno de mis hermanos quedó con esta enfermedad por un golpe en la cabeza que se dio al caer de su bicicleta.
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Dalia junto a su papá.
Mi papá es una de las personas más importantes en mi vida. Tiene 87 años y cada vez que puedo voy a visitarlo a Arica.
Me encanta nadar en el mar en la mañana, bien temprano. Lo estuve haciendo todos los días antes del trabajo, a las 7 de la mañana estaba con traje de baño en la playa Trocadero, en invierno y verano. Yo pensé que iba a ser la única, pero me encontré con harta gente que lo hacía. Ahora no he podido ir porque estoy sin auto… y es más complicado. Apenas pueda tener auto otra vez, volveré a hacerlo.
Tengo buen oído para la música. Aprendí sola a tocar guitarra y me gusta de repente sacar temas que escucho. Es de familia igual, en mi casa hay varios instrumentos.
08/09/2022 a las 14:23
MUCHAS GRACIAS…UN ABRAZO
18/08/2022 a las 12:10
Dalia ,me llenó de emoción y orgullo, conocer cada etapa de tu vida.
Que fuerza y coraje!!!…me alegro que ahora estés trabajando con nosotros ,espero que se realicen todos tus sueños .
Toda mi admiración!!!
12/08/2022 a las 10:30
Querida Dalia, que lindo manifiesto, admirable tu historia llena de valentía y resiliencia.
Un gran abrazo