Ingeniera de proyectos, Subgerencia de Administración y Finanzas

Stefanía Ríos.

Soy nacida y criada en el campo. En Teno, una comuna que está aproximadamente a 25 minutos de Curicó hacia la costa.

Lo de mi familia, es la agricultura, la producción de cerezas de exportación. La gente suele pensar que viví rodeada de animales, pero no fue así. Hace menos de un año logré conocer, ver y tocar una vaquita. Siempre he tenido perros como mascotas.

Hasta Tercero Básico fui a una escuela rural. Luego me cambiaron a un colegio en Curicó, al que llegaba todos los días en una micro que tomábamos después de una buena caminata. Yo de ocho años, con mi hermano mayor y mi primo, ambos de once años. Ahora que lo veo, era una odisea para la distancia y lo pequeño que éramos.

Vivir en el campo para mí significó también no tener vecinos. Entonces, con los amigos era: o todos se venían a mi casa o yo tenía que ir hacia ellos. Pero más lo segundo… En general, me la pasaba más fuera de casa, ya que participaba en la mayoría de los talleres extraprogramáticos del colegio.

Partí trabajando en Segundo Medio de guía de turismo. Básicamente, como monitora en las giras de estudio de los colegios, muchas veces a cargo de tipos mayores, pero yo ahí me hacía la fuerte y que me las sabía todas. Lo peor eran los apoderados que supuestamente iban a ayudar, pero terminaban portándose peor que los estudiantes jajaja

Mi meta en la vida siempre fue trabajar en algo donde pudiera ayudar a generar un cambio, un lugar que tuviera un sentido. Así que al salir de Cuarto Medio me fui a vivir a Talca para estudiar Ingeniería Civil Industrial, lo que me iba a permitir ser un aporte en cualquier institución.

Cuando llegué a trabajar a la Liga (2023) se me abrió un mundo. Antes la conocía solo por la farmacia de Curicó y si bien llegué primero a colaborar para el proyecto de la nueva ficha clínica como externa, ahí me di cuenta del servicio integral que entregaba a la comunidad, que combinaba un departamento social, con farmacias, atención médica, laboratorios, CEDEI y CEDCA. Aquí estaba todo lo que busco en un trabajo, donde puedo ayudar en tareas como hacer más eficiente los procesos, lo que genera un efecto en cadena que finaliza en apoyar a más personas.

Pasé cuatro meses viajando todos los días entre Teno y Santiago. Salía de mi casa a las 3:30 AM con mi papá que me iba a dejar para tomar el bus de las 4:00 AM en Curicó. Llegaba directo a trabajar con cara de zombie y a las 17:30 estaba tomando el bus de vuelta a Curicó, para llegar a Teno cerca de las 22:00 horas a comer algo y a dormir de nuevo, hasta las 3:00 AM. Y ahí comenzaba todo de nuevo.

Ahora ya vivo en Santiago. Lo decidí cuando me di cuenta que me gustaba lo que estaba haciendo aquí en la Liga y que el proyecto Activo Fijo no lo iba a dejar hasta que estuviera andando bien. También me gustaba el ambiente. El equipo de contabilidad siempre me apoyó mucho.

Me encantan los deportes extremos. Hice rafting, también snowboard y hace un tiempo que estoy practicando paracaidismo, que es lo máximo que uno puede vivir si te gustan las emociones fuertes.

Nada más adrenalínico que caer a 200 km/hr desde 4.000 metros de altura. Siempre digo que con eso “ya fui feliz”. Al principio no puedes respirar, el sol quema, el viento raspa y la vista es demasiado hermosa. Es una sensación que todos deberían vivir en su vida.

Stefanía en los hombros de su papá, en un camino rural cerca de su casa.

Lo que más me ha costado de vivir fuera de Teno es no poder ayudar a mi papá.  Él siempre confió mucho en mi criterio y opinión sobre diversos asuntos. Cada vez que los veo a él y a mi mamá, siempre surgen temas que quisieron preguntarme, pero por no molestarme, terminaron haciendo las cosas como pensaron que era lo mejor o simplemente quedaron pendientes. Me da pena y lata no poder estar ahí para ayudarlos y también para sentir su apoyo.